La calidad del balonmano español queda fuera de toda duda. Eso sí, muchos han tenido que recurrir a la ya habitual práctica del trabajador cualificado español: la emigración. De los dieciséis jugadores de la última convocatoria masculina, ocho juegan en ligas extranjeras. En el caso de las mujeres este número asciende a diez.
El mundo apuesta por nuestro balonmano. Para que apueste por nuestra Liga todavía no es suficiente. Y sin televisión que ilumine el escaparate, pensar en competir en la élite acabará siendo una quimera, un recuerdo de los aficionados más mayores a un deporte condenado a la marginalidad. El objetivo del balonmano español sigue siendo el mismo. El escenario, mucho peor.