viernes, 15 de enero de 2021

A BOCAJARRO Mendilibar, Zidane y Simeone

 Fabián Orellana vuelve a estar ausente, taciturno, no habla con sus compañeros. Su entrenador percibe su melancolía, pero no sabe qué hacer. Decide trasladar su preocupación a un miembro de la plantilla, un jugador con peso en el vestuario. Tal vez, él sepa cómo actuar. El enviado habla con Orellana y descubre que el chileno ha discutido con su pareja.

—No te preocupes, yo me encargo, le tranquiliza.

Entonces ese futbolista coge el coche y acude a una tienda de confianza situada en una ciudad cercana. Allí compra un regalo de reconciliación para la pareja de Orellana. Un par de días después, el chileno recupera la alegría. Todo está arreglado. De momento.

Esta escena sucede en un vestuario de Primera División unos años antes de que Orellana y José Luis Mendilibar crucen sus caminos. Hasta entonces, el talentoso y volcánico jugador coleccionaba desencuentros con sus entrenadores. El último y más sonado, ser apartado del Celta por Berizzo tras una fuerte discusión. Después, unos meses grises en el Valencia de Marcelino. Y ahora, el Eibar de Mendi.





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