domingo, 10 de noviembre de 2019

Pasolini, un poeta en la banda izquierda

El dinero carcomía la parte más sacra del fútbol. Por eso, el director siempre defendió el deporte ‘amateur’
MIGUEL ÁNGEL ORTIZ OLIVERA    29 DE OCTUBRE DE 2019
La madrugada del 2 de noviembre de 1975, la polizia romana encontró el cuerpo sin vida de Pier Paolo Pasolini en un desangelado descampado de Ostia, a las afueras de Roma, cerca de la desembocadura del Tíber. Los forenses informaron de que presentaba heridas por todo el cuerpo: golpes en la cabeza, cortes por todo el cuerpo, magulladuras; hemorragias internas, la más importante provocada por una violentísima patada en los testículos. Y evidencias de atropello. Aquella muerte salvaje, como el desenlace de sus libros, sobrecogió el alma de todo el país.           

Pasolini en un partido de la Nazionale dello Spettacolo Il ROMANISTA/UMBERTO PIZZI
Con los días, los investigadores reconstruyeron los hechos. Aquella noche, Pasolini había quedado para recoger los negativos de su última película, robados días antes por un grupo de extrema derecha. Llevaba tres mil liras. En un bar del barrio de Termini, invitó a Pino Pelosi, un golfillo de diecisiete años, a dar una vuelta en su Alfa GT plateado. El paseo, no obstante, se torció: discutieron –según Pelosi– porque se negó a aceptar las proposiciones sexuales del escritor. Hubo insultos, algún bastonazo. Pasolini detuvo el coche en aquel descampado porque Pelosi necesitaba orinar. A partir de aquí, comenzaban las incoherencias en la declaración de Pelosi. ¿Había asesinado él solo a Pasolini o había más implicados? ¿Cómo había podido reducirlo, cuando Pasolini era un hombre atlético y en forma? ¿Una discusión por mantener sexo anal había desencadenado aquel atroz asesinato?

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